jueves, 5 de marzo de 2009

"Elecciones 1-M Galicia. Victoria inmerecida, derrota merecida", por Suso de Toro

Pero, tras la convulsión social que desencadenó el Prestige y luego la guerra de Irak, un sector social que se mantenía en la abstención ante un dominio tan abrumador, acudió a votar y decidió el cambio posible, la alianza de socialistas y nacionalistas gallegos, dos fuerzas escuálidas por años de oposición. Ambos fueron aupados a la Xunta para que hiciesen otras políticas y gobernar de otra manera, pero esa ciudadanía que se había implicado emocional y políticamente llegó ayer a las urnas no desencantada, sino enfadada con ellos. Un enfado más duro del que imaginaban Touriño y Quintana. Sin duda, el bipartito hizo una buena gestión en determinadas áreas, incluso obtuvo buenos resultados económicos y una mejora de la cobertura social, pero no supo hacerlo visible y, en cambio, dejó al descubierto sus debilidades. Como si la vieja política, el fraguismo, fuese un gas que flotase en despachos y autos oficiales, impregnase las moquetas y se apoderase de sus sucesores en la Xunta. En estos años hemos visto demasiado continuismo y poco cambio. Y las bases sociales, allá lejos. La pérdida de votos es insignificante comparada con la destrucción de la ilusión y la esperanza de la ciudadanía que los votó para echar a andar otra Galicia.

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