
Sabemos que el neoliberalismo dominante desde los ochenta se basó en la triple obsesión de privatizar, flexibilizar el mercado de trabajo y desregularizar. Sus resultados los estamos sufriendo en la mayor crisis económica de la historia reciente. La idea de la máxima eficiencia de los agentes privados, sobre todo de los financieros, ha saltado por los aires y los Estados ahora se ven obligados a intervenir con ingentes cantidades de dinero en la banca y otros sectores. Pero el gobernador del Banco de España sigue elogiando las privatizaciones "más audaces" y rechazando el papel del Estado en la actividad económica, incluso concluyendo que entre las reformas pendientes se encuentra el "relanzamiento de las privatizaciones". ¿Queda todavía algo? ¿Quizás el ICO? ¿Tal vez la sanidad pública, como hace Esperanza Aguirre en Madrid?
Seguir leyendo en El País, 20-02-2009
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