jueves, 26 de febrero de 2009

"El estímulo económico de Obama", por Vicenç Navarro

Los reportajes que aparecen sobre EEUU en la prensa española reproducen con excesiva frecuencia la interpretación de aquella realidad que aparece en los principales medios de información de aquel país (y muy en particular en la cadena televisiva CNN). Se ha establecido así una imagen de que el candidato, más tarde presidente Obama, es el motor del cambio en EEUU, al atribuirle haber creado un movimiento deseoso de transformar la situación política y económica de aquel país. Esta interpretación ha alcanzado en España la categoría de dogma (y como tal se reproduce más a base de fe que de evidencia). Tal imagen, además de no corresponder a la realidad, dificulta la comprensión de lo que está ocurriendo en EEUU. Lo más importante de aquella realidad es la movilización de las clases populares en contra de los establishments económicos, políticos y mediáticos del país, movilización que antecede al fenómeno Obama. Hay un enfado generalizado en EEUU en contra de Washington, que representa el maridaje entre la clase política y el mundo empresarial y financiero (que se conoce en EEUU como la Corporate Class). La privatización del sistema electoral estadounidense determina que la mayoría de fondos que financian las campañas electorales de los candidatos provengan de los grandes grupos financieros, empresariales y corporativos. Y la ciudadanía es plenamente consciente de ello. De ahí el enorme descrédito de Washington.

Este enfado y movilización han hecho posible a Obama. El hecho de que no procediera de Washington (había sido senador por tres años) y que se opusiera a la guerra de Irak facilitó su identificación con la imagen de cambio. Ahora bien, para poder llegar a ser presidente necesitaba mucho dinero que procedió en su mayoría del mundo empresarial y financiero. Obama recibió 745 millones de dólares, de los cuales sólo el 25% vino de contribuciones de 200 dólares o menos (The New York Times, 06-01-09). La privatización en la financiación del sistema electoral estadounidense elimina la posibilidad de que un candidato de izquierdas pueda ganar la Presidencia en aquel país, pues la Corporate Class nunca le financiaría. Ello explica que Obama no sea una persona de izquierdas. Ahora bien, sí que es sensible a las presiones de las izquierdas, incluyendo los sindicatos.

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